Sanatorio Marítimo de Torremolinos
– Inaugurado en 1933 –
Fachada principal de la capilla.
Pablo F. Díaz-Fierros. ©2024 Colegio de Arquitectos de Málaga.
Acceso principal al recinto.
Pablo F. Díaz-Fierros. ©2024 Colegio de Arquitectos de Málaga.
Construcción auxiliar con decoración neomudéjar.
Pablo F. Díaz-Fierros. ©2024 Colegio de Arquitectos de Málaga.
Alzado de la capilla dede la zona de acceso.
Pablo F. Díaz-Fierros. ©2024 Colegio de Arquitectos de Málaga.
Interior de la capilla con armadura neomudéjar.
Pablo F. Díaz-Fierros. ©2024 Colegio de Arquitectos de Málaga.
Galería solárium del pabellón de habitaciones. Pórtico de arcos carpaneles.
Pablo F. Díaz-Fierros. ©2024 Colegio de Arquitectos de Málaga.
El Sanatorio Marítimo de Torremolinos se configura como un conjunto de edificaciones que en su origen estaba destinado al tratamiento de las enfermedades infecciones en los pacientes de menor edad. Su ubicación frente al mar y su disposición en pabellones abiertos orientados al sol del mediodía ofrecían unas condiciones óptimas para la terapia que prescribía la época; el amable diseño de su arquitectura y sus espacios ajardinados la complementaba convenientemente.
El Sanatorio Marítimo de Torremolinos se configura como un conjunto de edificaciones que en su origen estaba destinado al tratamiento de las enfermedades infeccionsas en los pacientes de menor edad. Su ubicación frente al mar y su disposición en pabellones abiertos orientados al sol del mediodía ofrecían unas condiciones óptimas para la terapia que prescribía la época; el amable diseño de su arquitectura y sus espacios ajardinados la complementaba convenientemente.
La importancia dada al clima meridional resulta patente en la reivindicación del regionalismo andaluz que destila todo el proyecto: una arquitectura blanca de muros encalados rematados por cubiertas de teja, en las que se insertan detalles de ladrillo visto y paños de azulejo; las carpinterías muestran acabados en el verde tradicional vernáculo.
“Un solárium frente al mar Mediterráneo destinado a los pacientes de menor edad ”
Durante el siglo XIX, las condiciones de salubridad de las ciudades habían empeorado notablemente, consecuencia del hacinamiento de una población que había llegado de forma masiva para trabajar en la industria, y que se había visto obligada a vivir en condiciones sanitarias deficientes. Este hecho llevó aparejada la propagación de enfermedades como la tuberculosis, una dolencia altamente contagiosa que a principios del siglo XX se había convertido en la primera causa de muerte en el continente europeo. Su difusión se asociaba a las condiciones ambientales en las que vivía el enfermo; como es lógico, la enfermedad se cebaba en las personas pertenecientes a las clases más desfavorecidas, más propensas a vivir en condiciones de falta de ventilación y exceso de humedad. Por ello, se establecieron terapias basadas en condiciones higienistas, en las que la disposición arquitectónica de los establecimientos de cura era parte esencial del tratamiento.
El Sanatorio Marítimo de Torremolinos es un producto de esta sensibilidad, y en el proyecto se reconocen los rasgos principales que rige el diseño de este tipo de edificaciones: orientación óptima con amplias galerías al aire libre y solárium. En el caso de Torremolinos, la presencia del mar constituye una adición conveniente que suma a tal tratamiento la posibilidad de la talasoterapia. En este sentido, aunque hoy se encuentra embebido en el núcleo urbano, en el momento de su construcción se encontraba completamente aislado en una zona de huertas junto a la playa.
Se trata de un proyecto redactado por Fernando Guerrero Strachan y Amós Salvador en 1920. Esta asociación obedece a la experiencia previa de Amós Salvador en este campo, pues ya había diseñado un sanatorio antituberculoso en Valdelatas (Madrid) en 1917. Sin embargo, las obras para su ejecución se dilataron en el tiempo; el sanatorio no se inauguró hasta 1933, por lo que, a la prematura muerte de Guerrero Strachan en 1930, la dirección hubo de retomarse por parte del arquitecto Antonio Palacios que, aunque madrileño, visitaba Málaga con frecuencia por motivos familiares.
El tipo constructivo se corresponde con el de pabellones aislados de una sola altura; los pabellones tienen una disposición en paralelo y un diseño similar, pero con características propias que los singularizan individualmente con respecto al resto, en función de la dolencia a tratar en cada uno de ellos. Todo el conjunto se organiza de forma estrictamente axial y simétrica, colocándose los pabellones en el sector más cercano al mar; en el extremo opuesto se sitúa la zona del acceso.
Preside la composición una capilla cuya torre se erige en referencia visual de un complejo que, por lo demás, presenta un perfil muy horizontal. El ábside de esta capilla aparece al visitante nada más traspasar la cancela de entrada, flanqueada por la casa del conserje y la casa del capellán. Adosadas a ambos lados de la capilla están la casa del administrador y la residencia de las monjas a cuyo cargo estaba el funcionamiento de la institución. Más al sur se ubicaban sucesivamente la lavandería, las cocinas, el comedor y los salones; y, antes de llegar a los dormitorios, los quirófanos y la sala de curas.
Los espacios intersticiales entre las distintas edificaciones fueron objeto de un cuidadoso ajardinamiento de inspiración hispanomusulmana: plantaciones de naranjos que siguen un patrón regular delimitados por setos bajos recortados geométricamente. Esta ordenación y la limitada altura de los naranjos permitía unas relaciones visuales entrecruzadas que refuerzan la sensación de unidad entre las piezas. En los laterales, en cambio, se realizaron plantaciones de mayor porte y carácter informal que potencian el eje longitudinal y dirigen la mirada hacia el mar: predominan en ellas especies como el eucalipto y el pino, cuyas propiedades balsámicas se consideraba que completaban las condiciones ambientales propicias para la cura de los pacientes.