Residencia e Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús

– Inaugurado en 1920 –

El conjunto formado por la residencia e iglesia del Sagrado Corazón de Jesús es uno de los proyectos más elaborados de entre los redactados por Guerrero Strachan en el campo de la arquitectura religiosa, y constituye una singular aportación al perfil del paisaje urbano histórico del centro de Málaga, en el que sus dos afiladas agujas constituyen un inusual contrapunto a los campanarios barrocos de las grandes iglesias parroquiales existentes en las inmediaciones.

El conjunto formado por la residencia e iglesia del Sagrado Corazón de Jesús es uno de los proyectos más elaborados de entre los redactados por Guerrero Strachan en el campo de la arquitectura religiosa. El encargo parte de la inquietud de la Orden Jesuítica por volver a tener una presencia en la ciudad de Málaga, una vez que se había autorizado su vuelta a España a partir de 1815; para ello, además del colegio construido en el barrio de El Palo según proyecto del arquitecto Jerónimo Cuervo, se concibe un emplazamiento definitivo para la sede de la Comunidad en el centro urbano. 

El lugar escogido es la actual Plaza de San Ignacio, no lejos del edificio ocupado primitivamente por la orden, siglos atrás, antes de su expulsión: la iglesia del Santo Cristo y lo que fue el convento adyacente. Se trata de un solar de dimensiones generosas, pero su reducida fachada exterior obliga a su autor a un notable ejercicio de cirugía urbana con el objeto de lograr una presencia y una visibilidad que las circunstancias negaban. Dicho propósito se alcanza con notable éxito plegando las fachadas de la residencia hacia el interior, logrando así la creación de un compás de acceso que proporciona un espacio de respeto a la fachada del templo, permitiendo así su contemplación con una cierta holgura.

“Flechas neogóticas en lo más intrincado del trazado islámico del centro de Málaga ”

Por medio de una suscripción popular y las aportaciones de una serie de donantes particulares pudo adquirirse un solar de 2.291,42 m2 al interior de una manzana, el cual había albergado el Parador del General, cuya demolición había sido necesaria para liberar la superficie. Se trataba de una extensión suficiente como para albergar el programa requerido, pero presentaba la singularidad de unos linderos irregulares y tan solo dos tramos cortos de fachada: uno de unos 10 metros de longitud a calle Compañía y otro algo más largo a la estrecha calle Pozos Dulces, con las consiguientes dificultades de encaje que ello planteaba.

En el proyecto, fechado en 1907, un tercio aproximado de la superficie se destina a la iglesia, quedando el resto asociado al uso de residencia y de espacios abiertos. El gran volumen del templo se encaja en el fondo del solar, en la esquina noreste, adosado a las traseras de las viviendas de calle Mártires, dejando un vacío al sur a modo del compás de entrada antes citado. La residencia, en cambio, se dispone en toda la extensión de la mitad oeste del solar, revistiendo toda la medianería en su longitud, organizándose en torno a dos patios porticados estructurantes ―uno menor, de planta octogonal, a eje con el acceso, y otro rectangular, de mayor tamaño y que ocupa el lateral de la iglesia― que se complementan con una serie de pequeños patios de ventilación que absorben las irregularidades de la linde.

La iglesia es la pieza más importante del complejo, tanto por la importancia que se le otorga en la composición como en cuanto a volumen y densidad decorativa. Consta de tres naves cubiertas por bóvedas de crucería de cuatro tramos, rematadas con transepto y ábside poligonal. El estilo arquitectónico escogido para su materialización es un neogótico que, a diferencia de otros proyectos del autor, no hace concesiones al regionalismo. Su fachada, que se erige en verdadero elemento representativo del programa, se estructura siguiendo patrones del gótico francés, que le imprime una acusada verticalidad a la vez que muestra al exterior su organización espacial: la nave central, de mayor anchura y altura, se manifiesta mediante un gran rosetón bajo arco ojival; a modo de remate, un tabernáculo que alberga en su interior la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Las naves laterales, más estrechas, resultan legibles al rematarse por dos torres que terminan en apuntadas flechas, al igual que el tabernáculo central.

El retranqueo de la fachada con respecto a la alineación de la plaza de San Ignacio tiene la ventaja adicional de facilitar la creación efectiva de un improbable alzado para la residencia, que así puede asomarse al compás de entrada generado de este modo. Perpendicular al de la iglesia, este alzado se compone también con el mismo estilo goticista de la iglesia, pero sus líneas predominantemente horizontales y su sobriedad decorativa sirven de contrapunto y destacan la prestancia de la iglesia. Similares criterios rigen la composición de la fachada de la calle Pozos Dulces.

El conjunto, terminado en 1920 tras una prolongada obra, constituye una singular aportación al perfil del paisaje urbano histórico del centro de Málaga, en el que sus dos afiladas agujas constituyen un inusual contrapunto a los campanarios barrocos de las grandes iglesias parroquiales existentes en las inmediaciones. De igual forma, a ras de calle, la apertura lateral que conforma es un hito espacial sorprendente, un inesperado golpe de efecto en uno de los trazados más intrincados de la ciudad antigua.

Pl. de San Ignacio, s/n. 29008 Málaga

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