BIOGRAFÍA

Fernando Guerrero Strachan (1880-1930) es el arquitecto al que Málaga debe los edificios que -con sus movidos volúmenes, colorido y luminosidad- marcaron y marcan su personalidad como ciudad desde principios del siglo XX a la modernidad del presente.

Fotografía de Fernando Guerrero Strachan en su casa de Torremolinos. 
Archivo familia Guerrero-Strachan.

Fue el segundo de la saga familiar de tres arquitectos malagueños:

El primero fue su tío Eduardo Strachan Viana-Cárdenas (1853-1899). A él se debe el proyecto del conjunto de edificios de Calle Larios y muchos otros como el Colegio de los Jesuitas en El Palo, el Panteón de la familia Larios, el Asilo de las Hermanitas de los Pobres e infinidad de obras de arquitectura doméstica.

Y el tercero fue su hijo Fernando Guerrero-Strachan Rosado (1907-1941) quien colaboró con su padre, antes de terminar la carrera, en el Pabellón Malagueño de la Exposición Ibero-Americana de Sevilla en 1929. A él se debe la restauración de la Alcazaba –junto al historiador Juan Temboury- y los Jardines de Puerta Oscura, de Pedro Luis Alonso y de la Catedral.

Fernando Guerrero Strachan nació en Málaga, el 27 de junio de 1880, en la calle Hoyo de Esparteros nº 27. Fue bautizado el 6 de julio del mismo año en la Parroquia de San Juan, donde le impusieron los nombres de Fernando, Manuel, Eduardo y Zoilo de la Santísima Trinidad.

A principios del siglo XX Málaga vivía sumida en la crisis finisecular que afectaba a todos sus sectores. A lo que se le unía la emigración de gran parte de obreros y campesinado hacia Hispanoamérica y Estados Unidos tras la crisis de la filoxera, el terremoto de 1884 y la epidemia del cólera en Los Montes y en La Axarquía. Su imagen distaba mucho de la de una ciudad moderna. Desprovista de importantes edificios burgueses públicos o privados –cuya presencia daba a otras ciudades un atractivo sello de modernidad- y carente de equipamientos urbanos efectivos para su ciudadanía. Su población obrera malvivía hacinada en antihigiénicos corralones como los de La Trinidad y El Perchel y en las barriadas obreras de El Bulto y Huelin.

«Es el arquitecto al que Málaga debe los edificios que -con sus movidos volúmenes, colorido y luminosidad- marcaron y marcan su personalidad como ciudad desde principios del siglo XX a la modernidad del presente».

En este contexto aparece la figura del arquitecto F. Guerrero Strachan, el artífice que, con su obra, necesitaba la burguesía malagueña para transformar a Málaga en la moderna ciudad-balneario del Sur de Europa, gracias a la bondad de su clima (Sociedad Propagandística del Clima y Embellecimiento de Málaga, 1897). Rivalizando con Niza y la Riviera Italiana en el elitista turismo de invierno, Málaga podría reactivar su maltrecha economía.

Estudió en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid donde, con el número 1 de su promoción, obtuvo el título profesional de Arquitecto el 2 de agosto de 1904, recién cumplidos los 24 años. Trabajó como Arquitecto Municipal Auxiliar y después Interino en 1905 y 1906. Después tuvo el cargo de Arquitecto Auxiliar de la Diputación desde 1909 hasta 1912, año en que fue nombrado Arquitecto Provincial, por concurso, desde diciembre de 1912 hasta el 3 de abril de 1930, fecha en que falleció.

Durante el primer tercio del siglo XX fue el arquitecto más prestigioso y prolífico de Málaga, realizando proyectos de todo tipo en número impresionante, no igualado por ningún otro arquitecto coetáneo, ni siquiera –aunque en algunas épocas lo siguió de cerca- por el arquitecto Manuel Rivera Vera.

La tipología de sus edificios fue muy variada y en muchos casos totalmente novedosa: arquitectura religiosa, panteones funerarios, equipamientos urbanos (sanidad y beneficencia, enseñanza, mobiliario urbano), arquitectura institucional (Ayuntamiento, Telefónica, Nuevo Cementerio, Pabellón Exp. Ibero-Americana, Matadero Municipal), arquitectura turística y del ocio (hoteles, cines, baños), arquitectura empresarial (bancos, industrias, comercios, oficinas), arquitectura doméstica (pisos para alquiler, villas, casa-matas), práctica urbanística (barrios obreros)…

También fue el arquitecto más versátil en su práctica constructiva al edificar en los diversos lenguajes arquitectónicos de su época, según el gusto de sus clientes. Partiendo del eclectismo y a la búsqueda de una arquitectura nacional –siguiendo las enseñanzas de sus maestros, sobre todo tras la crisis de 1898, en la Escuela Superior de Arquitectura : Arturo Mélida Alinari, Vicente Lampérez Romea…- llegó al regionalismo -tras conocer los presupuestos estéticos de Leonardo Rucabado y Aníbal González- y al regionalismo andaluz. Si bien simultaneó estos lenguajes arquitectónicos –sobre todo por encargo de su clientela comercial textil- con proyectos afrancesados basados tanto en el segundo imperior francés del París de Haussmann, como en el modernismo tardío de aquel país.

Fernando Guerrero Strachan, alcalde de Málaga, en un retrato de grupo en la Caseta de Feria del Ayuntamiento en 1929.
Estudio Fotográfico Arenas. Fernando Guerrero Strachan, alcalde de Málaga. Retrato de grupo. Málaga, España. Archivo Fotográfico CTI.
Universidad de Málaga

Representó el regionalismo como el arquitecto más destacado de Málaga; así lo demuestran sus abundantes obras en este estilo, sobre todo si se compara su producción con la de sus coetáneos en Málaga: Daniel Rubio, José Ortega Marín y algunas obras de Arturo de la Villa y de Manuel Rivera Vera. Sus obras regionalistas tienen la gracia especial que les confiere un indudable sello personal –personalidad que transfiere a la imagen de Málaga –producto de un profundo conocimiento de la arquitectura andaluza y española. “Es ese camino de búsqueda del sello propio de lo local, a cuyo afán –declara cuando inaugura el Pabellón de Málaga en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla de 1929- ha dedicado toda su actividad profesional durante el largo número de años de su ejercicio”.

Entrega de diploma a Fernando Guerrero Strachan en su casa de calle Larios 3.
Archivo familia Guerrero-Strachan.

Fernando Guerrero Strachan preferido por la alta burguesía y la iglesia malagueñas proyectó para ellas, desde sus primeros años de actividad, tanto sus edificios institucionales –Seminario Diocesano, Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, Ayuntamiento de Málaga-, como sus residencias –casas de Félix Sáenz en P. Reding, Casa-Palacio Las Palmeras, Villa María, La Bouganvilla, Alameda 13-15, C. Granada esquina Echegaray…-, sus colegios –Colegio Sagrada Familia (El Monte), negocios –Banco Hispano-Americano, Banca Álvarez Fonseca, Oficinas de los Ferrocarriles Andaluces-, industrias –Metalgraf, Fábrica de Cemento Portland, Fábrica de Fundición de Plomo “Los Guindos”-, comercios –Almacenes Gómez Raggio-, espacios de ocio –Hotel Príncipe de Asturias, Cine Petit Palais, Baños de Apolo-, e incluso panteones funerarios –Familia de Gómez Hnos. El caso más continuado de clientela fue el de la familia Álvarez Net y los Hermanos Gómez y descendencia (Álvarez Gómez, Gómez Raggio, Jiménez-Lopera Álvarez…), Félix Sáenz, los Bolín…

Paralelamente, preocupado por la miseria y abandono en que vivían los sectores más desfavorecidos de la población malagueña, proyectó y edificó para ellos –gratuitamente o buscó subvenciones- equipamientos y construcciones de beneficencia: Asilos, Casas de Socorro, Dispensario Antituberculoso, Sifilicomio, Sanatorio Marítimo para niños pretuberculosos, Instituto para Anormales (niños ciegos o sordomudos), reforma de la Cárcel de Mujeres, Nuevo Cementerio, barrios obreros –Barrio América, Barrio de los Guindos, Colonia Santa Inés-.

Fernando Guerrero Strachan con sus hijos Fernando y Eduardo. Archivo familia Guerrero-Strachan.
Archivo familia Guerrero-Strachan.

Su prestigio, como buen profesional y como hombre honrado, le mereció la alcaldía de Málaga desde 1928 hasta 1930, posición que le permitió ultimar el Plan de Grandes Reformas de 1924, de la Dictadura de Primo de Rivera, sobre todo en sus aspectos de reforma interior. Plan que complementó con el logro de la autorización del Gobierno para la realización del Plan de Ensanche de 1929 encargado a Daniel Rubio, con el objetivo de culminar una Málaga totalmente moderna, próspera y cosmopolita, dejando atrás la imagen de la Málaga que inició el siglo XX para proyectarla hacia el futuro.