SAGA FAMILIAR
Retrato de Eduardo Strachan Viana-Cárdenas.
Archivo familia Guerrero-Strachan.
El primero de la saga Strachan, saga que dejó una importante impronta arquitectónica en Málaga, es Eduardo Strachan Viana-Cárdenas, que nace en Cártama en 1853. De sus cinco hermanos, su hermana María de los Remedios casada con Enrique Guerrero Pacheco fue la madre del que sería arquitecto y alcalde de Málaga, Fernando Guerrero Strachan.
Cuando tiene 10 años de edad, su familia se traslada a Málaga y en 1870 fija su residencia en una vivienda adquirida en la calle Hoyo de Esparteros, 27, y es a partir de esa fecha en la que se datan los primeros proyectos.
Eduardo es maestro de obras de formación y a lo largo de su vida profesional proyectó y dirigió edificios de diferente naturaleza que se caracterizaron por una alta calidad arquitectónica, lo que llevó al Ayuntamiento a dedicarle una calle junto a su obra cumbre, la calle Larios, reconociéndole como «distinguido facultativo Sr. D. Eduardo Strachan y Viana-Cárdenas, autor de los planos y director de las obras de todos los edificios levantados en la avenida de Larios y sus afluentes».
Desde sus primeros proyectos, su actividad profesional es extensa destacando numerosos edificios de viviendas en los que poco a poco va perfilando las características formales y constructivas que luego culminará con la construcción de la calle Larios. Edificios de viviendas como el de la calle Sánchez Pastor, 1, con la calle de Santa María de 1877. Un edificio en esquina con chaflán donde ya muestra su gran madurez constructiva. Los cierros curvos de esquina, la cuidada embocadura de piedra del portal, el uso del metal en la cerrajería y las elegantes columnas de fundición muestra de la calidad de las empresas de fundición malagueñas, hacen vislumbrar la excelencia posterior de su arquitectura. En la construcción de viviendas unifamiliares burguesas anticipa los modelos que se desarrollarían en los primeros años del siglo XX con ejemplos como la casa en el paseo de Sancha, 63, de 1896.
Pronto su actividad profesional se vincula a la familia Larios que le encarga dos de los proyectos que definieron parte de la imagen de la ciudad a finales del siglo XIX: la construcción del Parque y la creación de la calle Marqués de Larios.
En 1896, mientras dirige las obras de la calle Larios, Eduardo realiza la propuesta encomendada por la Casa Larios para el Parque sobre los terrenos que habían sido ganados al mar. La propuesta incluía un paseo central y dos laterales con jardines a ambos lados, prácticamente como está en la actualidad. Sobre la base de este primer proyecto se realizarían posteriormente los trazados del arquitecto municipal Manuel Rivera Valentín y del arquitecto cántabro Joaquín de Rucoba, y que no se alejaron de las trazas que marcara Eduardo Strachan.
El 30 de noviembre de 1886 el Ayuntamiento aprueba el proyecto de una «Nueva Calle desde la Plaza de la Constitución a la Alameda» con el objetivo de trazar una vía que sanease una zona de la ciudad que permanecía «sin poder recibir las saludables brisas del mar ni dar paso a sus átomos de vida…». La sociedad Hijos de Martín Larios adquiere los solares expropiados que son reconvertidos en doce manzanas cediendo el terreno para vía pública y sufragando las obras de urbanización.
El proyecto parte de una primera propuesta del ingeniero José María Sancha y otra posterior de 1878 del arquitecto municipal, Joaquín de Rucoba. Desde mayo de 1887, en que comienzan las obras, hasta 1891, año en que se inaugura la calle de Larios, la actividad del maestro Strachan está volcada en la creación de una de las calles emblemáticas de Málaga. En esta misma calle, en el número 8, Eduardo tiene su propio despacho profesional.
La calle tiene unas dimensiones equilibradas, con una longitud de 300 metros, una anchura de 16 metros y una altura máxima de fachada de 20 metros, lo que le confiere el carácter de pequeño salón urbano formalizado con doce manzanas tan homogéneas como singulares. El primer pavimento que tiene la calle estaba formado por bordillos de granito, tarugos de madera (a modo de adoquines) en la calzada y losas de piedra caliza para las aceras. La iluminación de gas estaba compuesta por treinta faroles del sistema L´Industrial de bronce fundido.
La construcción de la calle Larios es, sin duda, su obra más importante. En ella la sobriedad y elegancia son dos de sus características principales. Otro de los rasgos más singulares de la actuación es la insistencia en las esquinas redondeadas, ya anticipada en otras obras suyas, pero aquí alcanza su desarrollo más ambicioso. Estas esquinas curvadas no sólo favorecían la penetración de beneficiosas corrientes de aire provenientes del puerto, sino que contribuían a facilitar una movilidad que ya empezaba a vislumbrarse. Esta tipología de edificio en esquina derivada de la calle Larios seguirá apareciendo en edificios posteriores contribuyendo a caracterizar la arquitectura residencial malagueña de su época.
La composición de las fachadas de los edificios es otro de los aciertos de la nueva calle Larios. La unidad formal de las doce manzanas se conjuga perfectamente con las pequeñas variaciones en cada una de ellas con sutiles cambios de color y material y de las carpinterías en las que se alternan balcones y cierros. Estos detalles le confieren un carácter unitario pero no repetitivo, difícil de encontrar en otras calles de la misma naturaleza.
Además de su papel en la creación de buena parte de la arquitectura doméstica de su tiempo, Eduardo Strachan proyecta obras tan diversas como la Fábrica de la luz (The Málaga Electricity Company Ltd.) de 1897, en el barrio de La Malagueta, o la fábrica de azúcar Nuestra Señora del Carmen, también para la familia Larios, en Torre del Mar.
Eduardo Strachan muere en Madrid el 2 de agosto de 1899 a la edad de cuarenta y seis años. Un año después es trasladado a Málaga para ser enterrado en el nuevo panteón construido al efecto en el Cementerio de San Miguel donde descansa junto a su sobrino el arquitecto Fernando Guerrero Strachan y el hijo de éste, el también arquitecto, Fernando Guerrero-Strachan Rosado.
José L. Sanz Guerrero-Strachan
Arquitecto
Fernando Guerrero-Strachan Rosado en su despacho.
Archivo familia Guerrero-Strachan.
Nace en Málaga el 30 de mayo de 1907 en el número 5 de la calle Martínez. Con importantes antecedentes en el mundo de la arquitectura malagueña, su padre es el arquitecto Fernando Guerrero Strachan y su tío abuelo el maestro de obras Eduardo Strachan Viana-Cárdenas. También su madre Enriqueta Rosado León, que en su juventud había recibido clases de pintura al óleo de la mano del pintor Nogales y obtenido dos primeros premios en el antiguo Liceo malagueño, será una notable influencia en el desarrollo del futuro arquitecto.
En junio de 1924 ingresa en la Escuela de Arquitectura de Madrid y durante su estancia, hasta junio de 1932, se alojará en la Residencia de Estudiantes. Durante este tiempo pasan por la residencia figuras de la arquitectura tales como Le Corbusier (1928), Mendelsohn (1929), van Doesburg, Gropius o García Mercadal (1930). Son así mismo residentes los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez, autores de algunos de los edificios de la Residencia. Su paso por la Residencia de Estudiantes le pone en contacto con una educación avanzada marcada por los ideales de la Institución Libre de Enseñanza.
Entre 1928 y 1929 colabora con su padre en el Pabellón de Málaga para la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Durante sus vacaciones reproduce a tamaño natural los azulejos del Jardín del Palacio Episcopal realizados por la empresa sevillana Mensaque y Vera.
Nada más obtener su título de arquitecto en Madrid en julio de 1932 es nombrado arquitecto diocesano por Málaga, título vacante desde la muerte de su padre. También sustituye a su padre en el cargo de arquitecto de la Casa de Larios. La familia Larios siempre ha estado presente en la vida profesional de los Strachan desde los proyectos de Eduardo Strachan para la calle Larios o el Parque de Málaga.
Su obra abarca casi todos los ámbitos de la arquitectura, desde edificios industriales como los almacenes para las destilerías Larios, S. A. de La Aurora o el edificio para la Industrial Malagueña en Huelin, pasando por viviendas colectivas y unifamiliares.
El cargo de arquitecto diocesano de Málaga le permite trabajar en varios edificios religiosos como la iglesia de los Dolores del Puerto de la Torre. En este caso, se trata de una obra inacabada de su padre donde dará continuidad al carácter ecléctico inicial con elementos neogóticos y neoislámicos. También proyecta nuevas iglesias como la iglesia y colegio de San Patricio en Huelin, la iglesia de Cristo Rey en Ciudad Jardín, la del Rosario de Fuengirola, la de San José Obrero en Carranque, la de la Purísima Concepción en Gamarra, la de Nuestra Señora del Rosario en Cartajima o la del Corpus Christi en Pedregalejo, casi todas ellas terminadas después de su prematura muerte. También reconstruye totalmente la iglesia del Socorro de Ronda y restaura el Palacio Episcopal de Málaga tras el incendio de 1931.
No fue menor su trabajo en la reforma y adecuación de locales comerciales entre los que se pueden destacar el Casino de la Peña, la tienda de coches Austin, la oficina de turismo de 1939 y, especialmente, el Café Inglés de la calle Larios, 4, de 1935 con indudables influencias art déco. Desgraciadamente, todas las reformas de locales han desaparecido y sólo podemos valorarlas a través de los planos y las fotografías que se conservan.
Su gran capacidad de trabajo le lleva a participar en los equipos que desarrollan las nuevas barriadas de vivienda social que se levantan en estos momentos. Barriadas como las de Carranque, del Camino de Suárez o la Carretera de Cádiz, entre otras. Actuaciones que, como en otros casos, no pudo ver concluidas.
Pero es en el campo de la restauración y la reconstrucción en el que encontramos algunos de sus principales trabajos, en gran parte por los años en los que inicia su vida profesional, marcados por la posguerra.
La reconstrucción de varios edificios de la calle Larios (mantiene el estudio que tuvo su padre en el número 3 de esa calle) y de calle Martínez afectados por los bombardeos de la guerra civil le permiten vincular su trabajo al de Eduardo Strachan, que los proyectase años atrás. En su intervención sobre los edificios de la calle Larios introduce ligeras modificaciones que mejoran sus condiciones ambientales y funcionales.
Su gran versatilidad le permite trabajar tanto en la reforma del Teatro Cervantes, renovando sus condiciones acústicas y de funcionalidad para adaptarlo a otros usos, como en la creación del Estadio de la Rosaleda, proyecto iniciado en 1936. El proyecto original, del que existía una maqueta desaparecida, disponía también de todo un conjunto de instalaciones deportivas que permitirían realizar tanto pruebas de atletismo como de natación.
Pero será su actuación en la reconstrucción y ajardinamiento de la Alcazaba, Gibralfaro y su entorno, que desarrolla entre 1937 y 1941, el trabajo en el que despliega todas sus grandes capacidades como arquitecto y paisajista. En ellas demuestra el profundo conocimiento del monumento heredado de su antiguo profesor y amigo Leopoldo Torres Balbás, así como de la jardinería de inspiración hispanoárabe que tanto admira.
En 1939 el Pleno del Ayuntamiento le nombra arquitecto director de las Obras de Restauración de la Alcazaba y Castillo de Gibralfaro que hasta ese momento había dirigido de forma desinteresada. También en este año toma posesión como Académico de Bellas Artes de San Telmo.
Serán el conjunto de sus intervenciones en la Alcazaba y los jardines que la acompañan la principal aportación de Fernando Guerrero-Strachan Rosado a la imagen monumental de Málaga. Su constante búsqueda de referencias populares, que le lleva a estudiar la arquitectura de los pueblos de la provincia, en especial Ronda y Antequera, y el conocimiento exhaustivo de la jardinería de origen islámico, le permitieron abordar el ajardinamiento de ese lugar permitiendo poner en valor la arquitectura que contiene.
De entre todos los jardines que realiza en el entorno o dentro de la propia Alcazaba que él mismo está restaurando, merecen destacarse por su singularidad e importancia los Jardines de Puerta Oscura (1937-1938). La disposición escalonada adaptándose a la topografía suponen una novedad de jardín que él llama «jardín en altura de ascendencia clásica y oriental […] donde la luz, el aire, el sonido, el aroma, el paisaje de fondo, son elementos de traza, de ambiente, de composición».
En la memoria del proyecto destaca la necesidad de recuperar formas de jardinería autóctona y «no estilos importados de ascendencia anglosajona» muy en boga en la época, pero escasamente adaptados a las características de la zona. En suma, propone una forma de jardín que recupere la tradición del estilo hispanomusulmán. Estos jardines, unidos a los de la calle Alcazabilla, los de Pedro Luis Alonso, sus intervenciones en el Parque y Gibralfaro o los que realiza junto a la Catedral en 1939 dan al conjunto una auténtica continuidad paisajística.
En abril de 1941 se reconoce la existencia de un brote de tifus exantemático con una importante mortalidad en Málaga entre abril y julio. Fernando se encuentra trabajando en las obras de reconstrucción de la Alcazaba donde contrae la enfermedad. Muere en su casa el 1 de julio a los 34 años. Al igual que su padre y su tío abuelo, Eduardo Strachan, está enterrado en el panteón familiar del Cementerio de San Miguel.
Su prematura muerte frustró una prometedora carrera profesional que, a pesar de su brevedad y gracias a su gran capacidad de trabajo, le permitió desarrollar numerosos proyectos de las más variadas disciplinas.
José L. Sanz Guerrero-Strachan
Arquitecto