HOTEL PRÍNCIPE DE ASTURIAS

– Inaugurado en 1926 –

La apertura del Hotel Príncipe de Asturias, hoy denominado Gran Hotel Miramar, supuso una aportación relevante a la oferta hotelera del momento, como parte de los esfuerzos encaminados a potenciar a Málaga como la ciudad-balneario de invierno del sur de Europa. La capital, debido en buena parte a su buen clima, aspiraba a convertirse en un destino turístico altamente atractivo, al igual que ya habían hecho algunas ciudades del sur de Francia e Italia.

En 1926 el rey Alfonso XIII inauguraba el Hotel Príncipe de Asturias tras más de seis intensos años de trabajo, haciendo realidad la empresa de dotar a Málaga de un establecimiento hotelero de referencia internacional que contara con las últimas prestaciones y comodidades, a la altura de otros semejantes repartidos por las principales capitales europeas.

La apertura del Hotel Príncipe de Asturias (1920-1926), hoy denominado Gran Hotel Miramar, supuso un incremento considerable de la oferta hotelera del momento, sumando esfuerzos en el propósito de potenciar a Málaga como la ciudad-balneario de invierno del sur de Europa. La capital, debido en buena parte a su buen clima, aspiraba a convertirse en un destino turístico altamente atractivo, al igual que ya habían hecho algunas ciudades del sur de Francia e Italia, que habían conseguido embellecerse, incrementar su población y ser visitadas por los extranjeros. Aspiraciones «turísticas», en principio con una finalidad terapéutica, que ya circulaban en la ciudad desde finales del siglo XIX y que, en buena parte, se promovieron al amparo de la Sociedad Propagandística del Clima y Embellecimiento de Málaga, institución fundada en 1897.

En 1920 se constituyó en Madrid la Sociedad Anónima Hotel Príncipe de Asturias, con la idea de promover un gran hotel para viajeros en Málaga equivalente al Hotel Ritz de Madrid; con este fin se encargó el proyecto al arquitecto malagueño Fernando Guerrero Strachan. Los diversos accionistas, entre los que se encontraba el propio arquitecto, reunieron el capital necesario para la construcción y explotación de un hotel de primera categoría en el sur de la península.

“La apertura del Hotel Príncipe de Asturias contribuyó al propósito de convertir a Málaga en la nueva ciudad balneario de invierno del sur de Europa. ”

El Hotel Príncipe de Asturias se emplazó en un solar del barrio de La Malagueta, con una posición estratégica dentro del eje de expansión residencial de la burguesía de Málaga desde finales del siglo XIX, colindante con las oficinas centrales de los Ferrocarriles Andaluces. El arquitecto proyecta el acceso y la fachada principal hacia el paseo de Reding, pero retranquea y hunde el volumen edificado respecto a la calle para acercarlo a la primera línea de costa. Esta implantación denota la apuesta decidida por la vocación marítima del complejo, lo que sería uno de sus principales atractivos al volcar buena parte de sus habitaciones al Mediterráneo.

Guerrero Strachan plantea la edificación a la manera de un palacio de tradición renacentista española, estructurado en torno a un patio central de planta cuadrada con galerías porticadas formadas por arcos de medio punto, pero en este caso cubierto por un celaje de vidrieras para facilitar su función como el principal espacio social para los huéspedes del hotel. El programa se desarrolla en seis alturas: además de un sótano y la planta de acceso, se disponen cuatro plantas adicionales en las que las habitaciones se ordenan en torno al patio mencionado. Se proyecta un total de 240 habitaciones para huéspedes del hotel, a las que deben sumarse 32 más destinadas al servicio del establecimiento.

Se conciben dos fachadas principales simétricas, pero articuladas de forma distinta: la del acceso volcada al paseo de Reding se articula como un palacio basado en el barroco clasicista cortesano y una segunda que busca abrirse al mar, con una resolución más quebrada donde se abren terrazas hacía el mar mientras se adelantan los dos cuerpos laterales de las plantas bajas que abrazan el paisaje y en los que se despliega un variado repertorio de elementos decorativos del repertorio neobarroco. A ellos se añaden otros motivos de corte regionalista, entre los que destacan los voladizos, tejadillos y paramentos revestidos de cerámica de un cierto regusto mudéjar, sin obviar los guiños alhambristas de la dos portadas que recogen y que refrendan una propuesta arquitectónica plenamente internacional, porque conecta con lo andaluz en la búsqueda de una arquitectura identitaria a la par que exótica.

Mención especial merece el recorrido axial que plantea el edificio y que lo atraviesa en una secuencia de vacíos que desemboca en una plataforma sobreelevada del jardín y con vistas al mar. Tras descender por el camino curvo que conecta el paseo de Reding con la entrada principal del edificio, se adelanta sobre la fachada un pórtico que recibe al visitante y desemboca en el hall principal para para adentrarnos a través de una puerta con decoración de corte nazarí en el patio central. El eje culmina en el gran salón de baile, tras el cual se abre al Mediterráneo a través del jardín.

Tras unos años desocupado, el edificio fue sede de la Audiencia Provincial de Málaga durante el período 1987-2007; volvió a reabrir sus puertas como hotel en 2017, tras una rehabilitación a cargo del arquitecto José Seguí.

Paseo de Reding, 22-24, 29016 Málaga.

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